7 oct 2013

Hasta el amanecer

Hay cosas que terminan de la misma manera que empezaron. Cuando ocurre algo asi, cuando el cierre de una historia contiene tanta similitud a su comienzo me parece que necesita de un espacio de reflexión adicional. 

No soy de hablar de las cosas que me ocurren, pocas veces lo he hecho en diez años de blog (ni siquiera hablé de cuando me recibí que alguien podría pensarlo como un momento o cosa importante para comentar). No es que me incomode hablar de mis cosas, pero las noto tan comunes, tan cercanas al promedio que me asusta un poco.

Durante los nueve meses que pasaron estuve involucrado con alguien. Tenía ojos verdes pero esos ojos verdes que son algo grisáceos, no se cómo explicar esos ojos. Tenía algunas ojeras que ocultaba cada vez que podía como toda mujer. Era de pelo castaño oscuro, pero su mejor amigo, gay y estilista él, constantemente la teñía de rubio, por lo tanto, nunca la vi con su color de pelo original. Era flaca y de labios algo carnosos y de piel algo trigueña, no mucho. Tenía dos tatuajes pequeños, uno a la vista y el otro, no. Tenía una familia difícil. Tres hermanos y dos hermanas más. Ella y su hermana menor, de un padre distinto de sus hermanos y hermana mayor. La madre de todos ellos, la veía como una persona que cometía errores constantes y fundamentales, mientras que su hermana mayor, era vista como una madre de familia y su hermana menor, como la hija que siempre quiso. Su padre, bueno, no era su padre, era la pareja de su madre pero era tan buena persona que ella lo llamaba asi. Sus hermanos y hermanas, la trataban bien, pero siempre estaba sola en las reuniones y se lo hacían notar. Siempre era juzgada. Era la persona que no tenía marido, que no tenía una relación estable o que directamente no la tenía. Era doloroso para ella tener que sentirse asi. Tuvo relaciones difíciles y un pasado que ella siempre describía con una mezcla de aceptación con algo de resignación. Por último, algo que no es un detalle menor, tenía dos hijos que cuidaba y criaba muy bien. No dejaba que se enteraran quién andaba con ella o qué problemas podía tener. Sumamente reservada con sus hijos. Él y ella, nueve y doce años. La madre, treinta.

Era muy diferente a mi, quizá eso nos atrajo en el comienzo. Ella era muy impuntual, yo, lo contrario. Ella era empleada y recién ahora pensaba en realizar una carrera universitaria, yo, trabajo en una multinacional y estoy recibido. Ella no sabe inglés y yo se tres idiomas, por lo tanto, sólo escucha música nacional, yo, de cualquier lado. A ella le gusta el cine, a mi, no. A ella le gusta McDonald's, a mi, no. A ella no le gusta la pizza, a mi, si. Asi podría seguir describiendo otras.

La conocí con un amigo en un boliche, mi amigo estaba con su hermana mayor y yo, quedé con ella por descarte. Estaba borracha en un lugar que no le agradaba, solamente le estaba haciendo la gamba a la hermana y la contuve, yo no quería nada con ella ni con el boliche, estaba ahí por mi amigo. A ella la hacía sentir cómoda que la abrazara sin otras intenciones más que contenerla. Las acompañamos a unas cuadras cerca de su casa. Nos despedimos con un fugaz beso y me dejó su mail. Pude contactarme con ella y arreglamos para vernos una tarde después de mi trabajo.

La vi en el obelisco y estuvimos hablando un rato, de nuestras cosas, de nuestras diferencias. Por esas cosas raras nos fuimos en taxi al Parque Lezama, ahí, ella prendió un porrito y observé con una sonrisa cómplice como fumaba. Después, la acompañé a su casa y arreglamos para salir una noche. 

Salimos una noche de viernes por San Telmo, llovió mucho al principio. Estaba con mi paraguas y nos acurrucamos mientras esperábamos que pasara una lluvia muy ventosa. Fuimos a un bar por plaza Dorrego y ella estaba muy arreglada. Estaba muy hermosa, me costaba seguir la conversación. Quería besarla y, por lo que me confesó después, ella también quería besarme. Después de aflojarnos a cervezas, nos besamos, no pudimos contenerlo más. La acompañé a su casa, ya había amanecido, era verano, me dijo que la acompañara. Fuimos a su casa y en el baño, sin que nadie escuchara, tuvimos sexo por primera vez. Asi comenzó.

Fueron nueves meses intensos. Fenomenales. Como si hubieran sido años. Tuvimos algunas discusiones, algunas fuertes y otras pequeñas, que sea cual fuere al instante las arreglábamos con un beso. Tuvimos mucha conexión, mucha química, muchos y demasiados momentos lindos. Memorables algunos.

Hace poco, fuimos al boliche donde nos conocimos a "hacerle la gamba" a la hermana mayor. Sí, la hermana mayor le metía los cuernos al marido, seguro se dieron cuenta. Siempre cerca del mismo lugar donde nos habíamos conocido, cerca del baño de mujeres, abrazándola, como al comienzo. Luego, con el amanecer ya entre nosotros, las acompañé hasta su casa y subí. Fuimos al baño y, sin que nadie escuchara, tuvimos sexo por última vez. Asi terminó.

En este año ella había mejorado mucho, ya había comenzado a estudiar, había conseguido un nuevo trabajo y había logrado acomodarse en otras cuestiones personales. Estaba en camino y lo sabía. Sin embargo, ella no podía mantener más su dolor, la presión que ejercía su familia sobre ella. Se sentía sola, sentía que su relación conmigo no podía avanzar a menos que yo diera otro paso y ella era conciente que yo había sido claro en un comienzo y ella también lo había sido conmigo. Ella siempre fue reservada con respecto a nosotros pero algunas cosas se le habían escapado de las manos y eso ejercía una presión adicional. Yo no sabía qué podía pasar, no podía prometerle nada y ella estaba de acuerdo con ello, lo que salaba su herida aun más. El final era lógico. Me tenía que dejar y yo tenía que aceptarlo.

Cuando nos despedimos, más allá de los detalles, fue doloroso, porque también fue un martillazo de realidad para mi. Me doy cuenta que aunque quisiera una familia con ella, no sólo no necesito ello, sino que no estoy listo para un paso de ese tipo. Es un grado de inseguridad que no sabía que poseía y que tuviera tanta precisión reconocerlo. Es un límite muy claro que tengo y uno que eventualmente tendré que superar. Ella ahora necesita una familia que realmente merece porque ya está en camino, yo no puedo brindarle esa familia ahora. 

Somos muy diferentes, quizá eso nos separó en el final.

2 comentarios:

JLO dijo...

si puedo opinar sobre la entrada dos cosas:

- gran post, cuando uno se habre salen cosas como esta... muy agradables de leer mas allá de lo que se escriba...

- no creo que la separación fuera porque sean diferentes, sino porque piensan diferente...

abrazo y suerte con esto entonces...

César dijo...

Gracias JLO!

Es altamente posible lo que decís.

Abrazo grande!!